domingo, 5 de agosto de 2012

LA INTENCIÓN MISIONERA DEL PAPA BENEDICTO, XVI PARA AGOSTO 2012

 “Para que los jóvenes, llamados al seguimiento de Cristo, proclamen y den testimonio del evangelio hasta los confines de la tierra.






COMENTARIO PASTORAL: Todo joven tiene energía que puede utilizar para comprometerse en hacer el bien, o también, desgraciadamente, para hacer el mal. El mundo contemporáneo tiene necesidad de jóvenes firmes, fuertes y entusiastas, para dar testimonio de los valores cristianos, en un mundo que se hace más y más autosuficiente, individualista y materialista. El tener y el poder a todo precio se han convertido en la regla por excelencia. Las virtudes morales se ridiculizan y son reemplazadas sistemáticamente por contravalores y por relaciones contra la naturaleza, aun cuando el Evangelio los denuncia claramente.

La Iglesia se empeña cada día más en la formación de una nueva generación de jóvenes en quienes la visión de la vida esté fundada sobre la santidad y el servicio de los demás, capaces de dar testimonio en su medio ambiente, capaces de una nueva manera de percibir y de utilizar los bienes materiales y el poder temporal. La mayoría de los jóvenes sueñan en poder adquirir un día esas ventajas, no para servir al prójimo, sino por la autosuficiencia y con el deseo de llegar a ser «ricos, grandes y famosos».

Como joven laico, africano, siempre me sentí animado por un ardiente deseo de ser útil para el mundo y para la Iglesia, de procurar cambiar el mundo actual que continúa renegando de Cristo y se aleja de su Evangelio. Aun sintiéndome tan pequeño, tan impotente, tan indigno, siempre he dicho desde lo profundo de mi ser: «Yo puedo vivir de otra manera, yo también puedo ser testigo de Cristo, yo puedo encender una pequeña llama a mi alrededor, comunicarla a los demás, y así una gran luz podrá iluminar el mundo sumergido en las tinieblas de los contravalores y/o de los males que carcomen la humanidad». Para alcanzarlo me ofrecí para colaborar en la misión de Cristo y de la Iglesia en la rama juvenil del Apostolado de la Oración (el Movimiento Eucarístico Juvenil) en mi país. Gracias a Dios, cuando la ocasión se ha presentado, he podido recorrer algunos países del continente para proclamar la Buena Nueva, para decir a los jóvenes que Jesús los ama y tiene necesidad de su colaboración y de su testimonio para cambiar el mundo.

Lo esencial para los jóvenes no es mirar como espectadores, contemplando a los demás con indiferencia, sino de participar y entrar en el proyecto de Cristo, dando testimonio en todas partes comenzando por su «Jerusalén», su pequeño círculo de vida (en la familia, en la escuela, en la universidad, en el club de los amigos, en el trabajo, en la parroquia...). Somos « ciudadanos » del mundo, tenemos un papel que jugar para lograr el cambio por medio de nuestro testimonio de vida y de nuestra perseverancia en la vocación a la santidad a la cual Dios nos llama: «Sed santos como yo soy Santo».

Jean-Claude Ipungu. responsable del MEJ en la RDC y coordinador del MEJ para África y Madagascar






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