viernes, 3 de enero de 2014

¿Jesús perdido?

                                                                                          





                                                                             
¡Qué noooooooo, que Jesús no se perdióoooooo…! Que nos estaba diciendo una cosa muy importante.

Cuando volvía la Familia Santa a Nazaret, de pronto…

- María ¿Has visto al Niño entre las caravanas? Pregunta José.

- Espera José que eche un vistazo por los aledaños…. ¡Joséeeeeee, qué el Niño no está!!!

- ¡Pero María, si venía con nosotros!… o ¿Noooo?

- ¡Ay José, que esto no es normal!, para un viaje que hacemos al año…

No, si muy normal no es y sólo teníamos que cuidar a uno… Pero este Niño que has tenido tan locuaz ¡es la monda! María.

Ya, pero de Dios es nuestro Hijo, lo sabes y hay que cuidarle mejor que a nuestros ojos…

-¡Y que lo digas! Vayamos de nuevo a Jerusalén…

Y al llegar a Jerusalén, al unísono los dos por las calles…

Jesús, Jesúuuuuuuus, Jesúuuuuuuuus!!!

Así toda la noche, pero Jesús no contestaba  ni “patrás”...

Cuando al día siguiente le encontraron en el Templo… Jesús les dijo ¿Por qué me andabais buscando?, ¿no sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?, tremendo speech…

¡Pues claro! A veeeeeer José, María y gente del mundo… Lo que el chiquillo quería decirnos desde muy pequeño es que no debemos dejar que nadie, cuando estamos en asuntos de Dios, nos lo impida; ni padre, ni madre, ni amigo… No dejar a Dios para el final, como hacemos cuando decimos “tengo mucho que hacer”. El Espíritu debería ser nuestra prioridad (siempre hay tiempo porque Dios nos lo da). No importa si eres niño o adulto, lo importante es que los demás, los que nos rodean/rodeamos, lo sepan/sepamos, ayuden y ayudemos.

 María y José no se dieron cuenta de la labor de su Hijo enviado por el Padre… Y aunque Jesús se llevó una regañina, nos decía que evangelicemos a pesar de los capones que nos den y si lo decimos antes, genial, así no hay sorpresas ni disgustos. A lo mejor hasta nos llevan en coche y nos ponen la bufanda… O Nos dejan escribir tranquilos… O nos escuchan por un día… ¡Chi lo sa!
    Emma Díez Lobo
 

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