jueves, 28 de agosto de 2014

Alabanza del Dios creador. (Salmo 91)



Es una gracia del Señor poder escrutar la Escritura desentrañando los misterios que en ella guardan la Revelación.
Me refiero al paralelismo que existe entre este Salmo 91 y el Salmo 137. Y así, se va formando el  maravilloso “puzle” con el que Dios se comunica con su pueblo.

Dice el Salmo 91:”…Tus acciones son mi alegría y mi júbilo las obras de tus Manos…”, y el Salmo 137 en su versículo 8 termina diciendo: “…no abandones, Señor, las obras de tus Manos…”

Siguiendo con el Salmo 91, el salmista nos recuerda la magnificencia y profundidad de sus enseñanzas, y nos pone en guardia cuando dice que el ignorante no entiende ni el necio se da cuenta.

Quería parame a meditar un poco sobre este versículo que me ha llamado la atención. Cuando en la Escritura hay algo que “llama la atención”, algo que se sale del contexto, que “no pega” diríamos con leguaje actual, hemos de detenernos un poco a pensar qué nos ha querido decir el Señor. Él nos habla con la Escritura, pues Palabra viva es.

El ignorante es el que no conoce algo; lo ignora, lo desconoce. Pero existe lo que llamamos ignorancia culpable; cuántas veces no habremos “ignorado” algo por miedo a conocerlo. Por ejemplo: ¡No quiero ir a la Iglesia, o a catequesis, o a determinada charla, porque me voy a comprometer! Y así, me mantengo en la ignorancia, y tapo con la bufanda del desconocimiento la llamada de Dios.

El Príncipe de la Mentira (Satanás) tiene el poder de hacernos ver bien lo que está mal y viceversa. Es verdad que cuando entras en la fe, se te complica la vida; ves tus miserias y crees en una religión donde todo es pecado. Entras por el moralismo. Este no es un buen camino. A la religión se entra por el Amor. Con mayúsculas. Dice san Pablo que la fe viene por la predicación del Kerigma, por el anuncio de la Palabra, por la escucha. No en vano somos nosotros, herederos del pueblo de Israel, el nuevo pueblo elegido por Dios. Somos el pueblo de la escucha: Shema Israel! Escucha Israel! Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas (Dt 6, 5-15).

Sí, se te complica la vida; pero donde aumentó el pecado sobreabundó la gracia, nos dirá Pablo. Cuanto más necesitado es un hijo, más caricias recibe de su madre. Así es nuestro Dios: un Dios Padre y Madre, que no está esperando nuestro pecado para castigarnos y llevarnos al infierno. Es un Dios TODO AMOR, que te busca y me busca todos los días. Jesucristo es fiel, lo que quiere decir que cumple sus promesas. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”( Mt 28,19).

La fidelidad de Dios ya está profetizada en el libro de Ezequiel: “Os infundiré mi Espíritu y viviréis, y sabréis que Yo, Yahvé, LO DIGO Y LO HAGO” (Ez37,14)
Efectivamente, nos lo dijo con Moisés en el Sinaí, y lo hizo con Jesucristo, su Hijo.
Esta es su fidelidad: cumple sus promesas.

Me viene a la memoria el cuadro del hijo pródigo, que en tantas partes hemos visto y que yo he presenciado en el museo de l`Hermitage en San Petersburgo. Si nos fijamos en la escena, el hijo está de rodillas frente al padre, que, de pie,( postura que nos recuerda la imagen de Jesús en la visión de Esteban martirizado), lo abraza. Una mano es fuerte, ruda, viril de un Padre; la otra no es igual, es más pequeña. Es suave, blanda, tierna, más bella, lo recoge con ternura, es la mano de DIOS-MADRE.

Pero luego se te simplifica. Empiezas a conocer a Dios, y Él se te revela cada día: en un pobre que te pide en un semáforo, en un amigo que espera un consejo, en una sonrisa al vecino con el que te cruzas, o cuando pides perdón, aun cuando creas que tienes razón. Hemos de encontrar a Dios en cada uno de los pasos del día, de cada día de nuestra vida.

A veces decimos que los árboles no nos dejan ver el bosque. Dios es al revés: El bosque (el mundo y sus miserias, guerras, hambre, violación de los derechos humanos) no le impide ver el árbol que somos cada uno de nosotros. Y de la misma manera que cuenta el número de las estrellas (otra vez cada uno de nosotros), cuenta a sus ovejas una a una (nosotros) como nos recordará el Evangelio del Buen Pastor.

Así es nuestro Dios. Si el mundo lo conociera, habría cola en la calle para escuchar su Palabra, trasmitida por la Iglesia. Si el mundo siguiera los preceptos del Evangelio, no sería necesaria la política, se acabaría el hambre, las guerras, los odios, los desencuentros.

Y Dios nos pide que seamos sus mensajeros, que anunciemos su Palabra a todo el mundo, para que ella “corra veloz” como nos dice el Salmo 147: “…Él envía su mensaje a la tierra y su Palabra corre veloz…”

Pidamos pues, que nos enamoremos de Jesús, de su Palabra que es el Evangelio, Palabra revelada por el Padre, de la Escritura, de los Salmos, la oración de Jesucristo.

Alabado sea Jesucristo


Tomás Cremades

viernes, 22 de agosto de 2014

Los Salmos: la oración de Jesucristo.





Los Salmos-la oración que rezaba Jesucristo- se cumplen en Él, y en todos los que buscamos y queremos ser sus discípulos. A Dios se le reza con los Salmos, usando su propio lenguaje y meditando, buscando y “buceando” en su Palabra, escrutando la Escritura.

Hoy me detengo en el Salmo 62:
Imagino mi alma caminando por el desierto de la vida, donde ninguna de las experiencias vividas han apagado mi sed, sed de placer, de honores, de consideraciones humanas.

“Mi alma está sedienta de ti…”, comienza el salmista, y recuerdo las palabras de San Agustín: “…nos hiciste para Ti y mi alma no descansará hasta que te encuentre a Ti”

Realmente mi tierra está reseca, agostada, agrietada, por donde sólo entran, el desierto, los alacranes, los escorpiones, las hormigas, los insectos…En estas grietas, que solo son las heridas que dejaron en mi alma, anidan todas mis insatisfacciones, mis anhelos, mis frustraciones.

Tanto mi alma como mi carne están sedientas del Dios vivo, el único que puede dar sentido a mi vida; el único que colma y calma mi sed, y recuerdo el texto de la Samaritana: “ Yo soy el agua viva, y el que beba de este Agua no tendrá más sed…” Señor:¡ Dame de esta Agua!

Volviendo a San Agustín: “ te buscaba fuera y Tú estabas dentro…”.
Buscaba una vida fuera de Ti, pero tu gracia vale más que la vida, me repite el Salmo. Es más: me invita a elevar mis manos a Él, a enseñarle mis manos manchadas de sangre. Las suyas me las enseña también, en la Cruz redentora, también con sangre, con la que compró mi rescate como dice la carta de Pedro. Y a la sombra de sus alas me cobijo, como el pollito que es cobijado por el Águila( Jesús), sabiendo que sus alas son sus Brazos extendidos en la Cruz. A su sombra mi alma exulta de gozo y canto con júbilo: ¡Qué grande es en medio de Ti el Santo de Israel…” Is(12,6)
Alabado sea Jesucristo


Tomás Cremades


jueves, 14 de agosto de 2014

Mis ovejas les escuchan




Damos un paso más. Nos acercamos al profeta Daniel y nos hacemos eco de su experiencia. Dios llama sus predilectos a aquellos a quienes se revela, teniendo en cuenta -como ya hemos dicho- la enorme riqueza que tiene el verbo revelar en la Escritura. Fundamento el título dado a Daniel basándome en que Dios mismo le hace saber que es el hombre de las predilecciones, y da la razón del porqué de este elogio. “Vino y me habló. Dijo: Daniel, he salido ahora para ilustrar tu inteligencia. Desde el comienzo de tu súplica, una palabra se emitió y yo he venido a revelártela, porque tú eres el hombre de las predilecciones…” (Dn 9,22-23).

Tremendamente pobres y desvalidos nos quedaríamos si fijásemos esa predilección de Dios solamente en Daniel, y no la abriéramos hacia su plenitud, es decir, hacia su propio Hijo. Dios mismo testificó su predilección primeramente en su bautismo a la orilla del río Jordán. Recordemos que se abrieron los cielos y que todos los presentes pudieron escuchar la Voz: “Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mt 3,17).

De esta forma testificó Dios su predilección sobre su Hijo y volvió a hacerlo en el monte Tabor en su Transfiguración. Nuevamente resonó la Voz: “Él es mi predilecto”. Sólo que en esta ocasión el Padre muestra el camino cierto para todos los buscadores de la Verdad al añadir: “¡Escuchadle!” (Lc 9,35). Sí, escuchadle, Él es “mi y vuestra”  Palabra. ¡Escuchadle! Podríamos añadir, como fue profetizado: y vivirá vuestra alma. “Aplicad el oído y acudid a mí, escuchad y vivirá vuestra alma…” (Is 55,3).

He aquí el testimonio grandioso de Dios sobre su Hijo. Escuchadle, sí, a Él que es mi Palabra. A la luz del testimonio de Dios sobre su Hijo, quiero decir algo acerca de los buscadores de Dios. De la misma forma que Él muestra nítidamente que su Hijo es el Amado, el Predilecto, el Revelador trasparente de su Misterio, del mismo modo, Él da un discernimiento, una sabiduría especial a todos los que le buscan con un corazón sincero.

Esta sabiduría y discernimiento, lleva a estos hambrientos de vida a distinguir entre pastores y pastores; entre los que hablan desde Dios revelándole por medio de la predicación, y los que hablan desde sí mismos, desde sus egos, aunque estén empapados de agua bendita, los que hablan desde la sabiduría humana, tan dejada de lado por los apóstoles como -por ejemplo- Pablo (1Co 2,4-5).

Los verdaderos buscadores de Dios distinguen entre la Voz encarnada en los pastores del Señor Jesús y las voces de los pastores hechos a la medida de la sabiduría humana. Los primeros  son reconocidos por las ovejas de Jesús; los segundos son ignorados. “Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen –ignoran- la voz de los extraños” (Jn 10,4-5).   


viernes, 8 de agosto de 2014

YO te prometo




  
Yo te prometo,
acompañarte cuando abras los ojos
encender para ti el día
y llenarte de razones para vivir y dar gracias a Dios.

Yo te prometo
colmarte de paz
llenarte de alegría
compensar tu debilidad con mi fuerza

Yo te prometo
grabarte en mi mano
encender tu esperanza
poner luz cuando traten de engañarte

Yo te prometo
darte razones para confiar
abrazarte cuando tengas miedo
te prometo comprender  tu lejanía

Yo te prometo
enseñarte quien soy
hablarte al oído
mostrarte mi cielo

Yo te prometo
esperar cuando tardas
y te alejas, como las aves
(yo siempre espero a la puerta)
mi razón es el amor
Yo te prometo
morir por ti, para que veas
grabar mi nombre en tu corazón
ayudarte a caminar por las alturas

Yo te prometo
volar sin límites
sentir sin freno
amar sin cordura
yo he muerto y resucitado por ti, y por eso te prometo

LA VIDA ETERNA.

Olga Alonso

jueves, 7 de agosto de 2014

La alegría del Evangelio (2)



Tú y yo, tenemos que ver en nuestra vida, dónde nos encontramos:
 Por casualidad estás huyendo de los egipcios,  DE TUS EGIPCIOS. ¿Quiénes son tus egipcios? A lo mejor son tus pasiones que te aplastan y de las que no sabes cómo huir. O tienes pequeños dioses que se te han hecho grandes señores de tu alma…

¿Has pasado ya el Mar Rojo?, TU MAR ROJO  Quizá estés en el desierto, dando vueltas durante años y años a tu vida, siempre  haciendo lo mismo, sin resolver los problemas que te acucian o te machacan…que te hastían…

¿Cómo está tu becerro de oro?. Reluciente. El pueblo de Israel adoró al becerro, se olvidó de los beneficios del Señor, de sus milagros, de su salida de Egipto, igual que nosotros. ¿Creemos en lo que ven nuestros ojos y tocan nuestras manos?.

¿Viste la Tierra Prometida? Cuando Josué envió emisarios a ver cómo podría ser la tierra de Canaán, éstos llegaron atemorizados: lo relata el libro de los Números (13-25) y también (Dt 1,22 y s)

Habían visto una tierra de gigantes, con siete torres: podríamos ponerles nombres: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Siete pecados capitales. Los gigantes que no podemos vencer.

¿Qué ocurrió? Que al tocar la trompeta Josué, las murallas cayeron. La trompeta simboliza la Palabra. Al sonido de la Palabra, cuando la Palabra resuene en tu corazón, todas nuestras murallas se caerán.

¿Es hermosa la Escritura verdad? Al hilo de esto,  las imágenes se intercambian con las palabras, nos viene muy bien recordar el Salmo que dice “levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio. El auxilio me viene  del Señor, que hizo el Cielo y la tierra…”

Y en otro Lugar, decimos que la fe mueve montañas…si meditamos ambos, podemos pensar: los montes-en el Evangelio- es donde habitan los dioses, los dioses que tú y yo hemos creado y alimentado dentro de nuestro corazón, nuestro particular becerro de oro. Pues bien, con la fe, derribaremos esos montes, esas montañas, y podremos levantar los ojos a ellos para preguntarles de donde vendrá el auxilio a nuestra vida, a ver si nos responden… Solo el auxilio nos viene del Señor que hizo el Cielo y la tierra.
Para decir cómo en la sabiduría del Señor, con imágenes, nos va desvelando las Escrituras y nos parte el pan.  Decían los de Emaús: no ardía nuestro corazón cuando nos abría las escrituras  y partía con nosotros el pan.

Pero nuestra alma también tiene sentidos: tiene vista, y oído y tacto y gusto… sólo que no están educados. Aprende a usarlos. ¡¡ Reza!!

Un gran milagro, un enorme milagro de Dios para contigo. ¡Mírate!   Mira lo que Dios ha hecho contigo, y lo que hace cada día. No mires lo que te falta, mira lo que tienes. Cuando vayas a la oración, no pidas milagros a Dios. Mira lo que ha hecho en ti y lo que quiere hacer en ti, no lo que tú quieres hacer por Él.

El verbo hacer es el verbo crear. En el libro del Génesis, recordad que dice Dios: Hagamos los peces, los árboles, hagamos al hombre…hacer es crear.

Hemos de tener en cuenta que la Biblia y las Escrituras, son libros no necesariamente históricos, sino Palabra revelada al hombre, pero de mentalidad oriental, no romana o griega como la nuestra, de forma que las imágenes sirven también para expresar las ideas.

¿Y de oración cómo andamos? Un amigo me comentaba, admirado: los musulmanes rezan cinco veces al día. 
Yo le dije: los cristianos, también debemos hacerlo, pero ¡Ay! Quizá ni sepamos cómo. Me refiero a la oración de la Iglesia; Maitines, Laudes, Intermedia, Vísperas y Completas. Sabes rezar con el Diurnal. Ahora es aún más fácil, te lo puedes descargar en el móvil.

En la oración que hacemos, lo que pedimos, a veces se cumple y Dios nos lo concede y otras veces no. Y te quedas un poco así… Dios quiere hacer un camino de amor contigo y conmigo. Basta que nosotros le dejemos caminar juntos. Él nos ama como no podemos imaginar y como no nos creemos, nuestra fe es débil y pedimos milagros…Otras veces, como decían los profetas: ¿ es que el Señor se ocupa de mis problemas?.

Si, hermanos, el Señor se ocupa de nuestros problemas. ¿ Y por qué no me concede lo que le pido: salud, dinero, trabajo, que se acaben las guerras, el hambre?

Pensad que para Dios somos importantes: antes de que tú nacieras, Él pensó en ti.  Eres UN PENSAMIENTO DE DIOS Y UN LATIDO DE SU CORAZÓN. Él te prepara un camino por donde seguro no vas a fallar, y nosotros, muchas veces no vemos más allá de donde nos permite nuestra inteligencia.

Si recordamos el Salmo 23 del Buen Pastor: “…Aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo…”.Dejémonos guiar por Él, pues como dice el salmista: “… no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre…”(Sal 131).

Tenemos que retomar el lenguaje de los Salmos. Es la oración que rezaba Jesucristo. Él  se pasaba noches enteras rezando, adorando en espíritu y en verdad.

Y tenemos que aprender a escuchar. ¡¡¡ESCUCHAR!! Es el mandamiento de Dios en la Transfiguración: Este es mi hijo, el amado ¡¡¡ ESCUHADLE!!! Es el Shemá Israel de los judíos piadosos, escrito en el libro del Deuteronomio.

El que escucha a Dios le obedece. Al hilo de esto me viene a la cabeza la similitud entre dos palabras distintas en nuestro idioma español. SON ESCUCHAR Y OBEDECER. Aparentemente no tiene nada que ver ¿verdad?
Si nos vamos al texto griego original ESCUCHAR SE DICE ACOUEO. OBEDECER, es algo así como COGER Y RECOGER.

El que a vosotros escucha a Mí me escucha, dice el Señor. Aprendamos pues a escuchar al Señor, y pedirle que nos abra el oído. Israel-nosotros- es y somos el pueblo de la escucha.

Doy gracias al Señor que me ha permitido partir su Pan con nosotros. No tengamos miedo a defender nuestra fe. Demos testimonio “a tiempo y a destiempo” como dice san Pablo, con nuestras palabras y con nuestras  acciones, que haya coherencia en nuestro decir y nuestro actuar y pongámonos en las manos bondadosas de Dios, con la confianza puesta en Él, y que cuando no le entendamos, o no comprendamos su palabra, guardémosla en nuestro corazón como María de Nazaret, nuestra Madre, las guardaba en su corazón  HACIENDOLAS SUYAS.

Termino con otra oración:

Dios Padre de Misericordia y todo consuelo, ilumina con tu Luz los ojos de nuestro corazón, para que podamos abarcar y hacer nuestros los sufrimientos y las cargas agotadoras que agobian a la humanidad, oprimida por tantos falsos libertadores. Amén

Alabado sea Jesucristo.

Tomas Cremades


miércoles, 6 de agosto de 2014

La alegría del Evangelio (1)




El Señor necesita el contacto con el hombre a través del hombre, en palabras del Papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.  

Esto que escribo es lo que en definitiva me ha inspirado el Señor para hablar de la alegría del Evangelio.

La palabra Evangelio significa “Buena Nueva” o Buena noticia. Ya lo empleaban las legiones romanas cuando después de haber ganado una batalla acudían a los pueblos con los evangelios, cartas de buenas noticias.
En hebreo se dice avésorá, que tiene las mismas raíces latinas que podríamos traducir como ¡¡“Albricias”!!

Esto ya nos introduce un poco más en lo que ha de representar para nosotros el Evangelio de Ntro. Señor Jesucristo. Es la buena noticia. ¿Qué buena noticia nos da Dios? Pues Dios, por medio de su Palabra, nos quiere hacer hijos suyos, conocedores de su Rostro, a través de la Palabra de Dios revelada: JESUCRISTO. Esa es la buena noticia.

El Evangelio, que todos  conocemos, es el mismo Jesucristo que se parte por nosotros con el Pan de la Palabra.

Decía San Bernardo que hay tres venidas de Jesucristo:
 La 1ª cuando nació de las entrañas purísimas de la Virgen María, la 3ª cuando venga con todo su Poder el día final, en la Parusía. Quizá la más cercana, la que más nos interesa en estos momentos, es la 2ª: Dios se hace presente cada vez que abrimos el Evangelio, la Escritura.
Lo mismo que la persona tiene un cuerpo y un alma, también el Evangelio tiene un cuerpo y un alma: el cuerpo es la letra impresa, el material de papel en que está encuadernado. El alma es el mismo Dios. Dios es Palabra, la palabra del Padre revelada.

Recordemos el prólogo del Evangelio según san Juan. “En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios.  Todo se hizo por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada. Lo que se hizo en ella era la vida, y la vida era la Luz de los hombres, y la Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron…”

El cristiano ha de ser luz en el mundo, hemos de ser antorchas de luz para el mundo, con nuestra palabra y con nuestros  hechos. Que exista coherencia en nuestra vida. Cuando rezamos el Padrenuestro y levantamos nuestras manos, lo que estamos significando es que nuestras manos, manchadas de sangre por nuestros pecados se las enseñamos a Cristo, que nos enseña las suyas clavadas en la cruz, el único que no tiene manchadas las manos como nosotros. Él nos enseña las suyas manchadas con la  sangre de nuestros pecados, porque se hizo pecado por nosotros como dice san Pablo. Desde entonces nosotros no tenemos nada que pagar. Él canceló nuestra deuda
.
El Salmo 24 nos recuerda en el versículo 3 y ss: ¿quién puede subir al monte del Señor? El hombre de manos inocentes y puro corazón que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. ESE ES JESUCRISTO.

Hay alguien que nos haya amado así alguna vez? Ese es nuestro Dios.
Mucho hablamos los cristianos del Evangelio de Ntro Señor. Pero conocemos bien el Evangelio, hasta el punto de hacer de él nuestro modo de hablar con Dios, de intimar con Él, hasta poder decir como san Pablo: -estoy crucificado con Cristo y ya nos soy quien vive, es Cristo quien vive en mí?

A muchos cristianos, cuando les hablo del Evangelio, me dicen: Ah, sí, el evangelio de la Samaritana, o el de los panes y peces, etc… NO!!! Conoces TU EVANGELIO, NO el del Señor Jesús. El Evangelio de Jesús es nuevo cada día, es el Pan vivo de cada día, de tal forma que cuando lo lees, lo meditas, cada día, aunque lo hagas para el mismo texto, es diferente, porque es el Pan tierno y fresco que ese día te da Jesús.

Para qué te sirve el Evangelio? El Evangelio te pone frente a tu vida, frente a tus pecados, te delata, pero no te aplasta, te desvela tu vida para que tengas VIDA con mayúsculas. En esencia el Evangelio y toda la Escritura son para que  “comas” de ese pan.

 No podemos desgajar de la Biblia, de las Escrituras, sólo los Evangelios. La Biblia es un conjunto de 73 libros canónicos reconocidos por la Iglesia, de los que la plenitud es el Nuevo Testamento.

No podemos pasar olímpicamente del Antiguo Testamento para llegar al Evangelio. Me acuerdo de una persona que me dijo un día haber leído de corrido toda la Biblia, como si fuera una novela. Sacó la conclusión de que había un Dios castigador, que hacía cosas horribles, mataba y estaba esperando al hombre para llevarlo al infierno. Había perdido la fe. No creyó en Dios, yo le comenté: Yo tampoco creo en Dios; en ese Dios que me pintas, no creo, ese Dios no existe, Dios es AMOR con mayúsculas, en boca de San Juan. Y Dios quiere hacer un camino de Amor contigo y conmigo.

 Dios es el gran pedagogo; y en su pedagogía, enseña al hombre de forma que sea comprensible para él, con los parámetros de Dios, no con los nuestros; y con la velocidad de aprendizaje que Él dispone, no con la rapidez que nosotros queremos. A un niño, le tenemos que enseñar a leer, no le podemos enseñar textos que se estudian en la Universidad. Igual Dios nos va enseñando poco a poco, escrutando en las Escrituras, escuchando catequesis: la fe viene por la predicación del Kerygma, del anuncio del Evangelio, nos dirá san Pablo.

Para eso está la Escritura. El pueblo de Israel, el pueblo de Dios, somos también nosotros. El camino del pueblo de Israel hacia la tierra prometida también lo hacemos nosotros.

Tomás Cremades






domingo, 3 de agosto de 2014

Dadles vosotros de comer





Altar de Dios: el centro de la vida
con el Señor en medio de su pueblo,
mesa del pan que a todos nos convida
a reunimos en un mundo nuevo.

Altar de Dios: la fuente de aguas vivas
para saciar la sed del universo:
«Que todos sean uno» en Jesucristo,
la oración del Señor, su testamento.

Pueblo de Dios, escucha su Palabra,
que está el Señor presente entre los hombres;
pueblo de Dios, camino de la patria,
convoca a la unidad a las naciones.

Venid a la asamblea, de Dios es la llamada,
que nadie quede fuera, de todos es la casa.
Miembros de Cristo fieles, y de su amor testigos,
pueblo de Dios, de paz sediento y peregrino.


sábado, 2 de agosto de 2014

¿Cómo vivo yo la experiencia de Job?



La vida de todo hombre viene ya anunciada por las vivencias del pueblo de Israel, y, en este orden de cosas, colocándome dentro de este cuadro, busco el lugar donde podría encontrarme yo.

¿Me persiguen los egipcios? Por cierto: ¿conozco ya quiénes son mis egipcios particulares? ¿Estoy acampado y atenazado de miedo porque no puedo pasar por mi particular Mar Rojo?

¿Siento la protección de la Nube que impide el ataque de mis malhechores? O ¿Ya pasé el Mar Rojo y han quedado atrás mis enemigos? ¿Veo ya la Tierra Prometida? ¿O me dan miedo esos siete gigantes que vio Josué como emisario de Moisés, y que no son otra cosa que mis siete pecados capitales, que me atan como siete dioses e impiden ver el Rostro de Cristo desvelado, sin el velo del Sacta Santorum?

Las reflexiones propuestas sobre los textos enunciados: JOB 42,5; EX 33,11; JN 15,15 tiene algo o mucho en común: LA AMISTAD CON DIOS. La amistad de Job, la de Moisés, la de Juan…LA MIA!!!

Amistad que se traduce en la visión de Dios, que me lleva a trascender a la VISION BETATIFICA, lo que llamamos CIELO, la VIDA ETERNA prometida  por Jesucristo: “…esto es la Vida eterna: que te conozcan a Ti, Padre (Jn17,3)…”,en la oración de la Última Cena.

¿Cómo vivo yo la experiencia de Job? Habré de entresacar de mi vida lo que tiene de común con la vida de Job; no tanto en cuanto al sufrimiento infinito de la pérdida de familiares, patrimonio, enfermedades, etc., sino ante el sufrimiento personal que ataca a la fe.

En mi vida hay y ha habido momentos oscuros en los que no veo a Dios. Yo nunca he maldecido a Dios. Estoy convencido que los males que hayan venido a mi vida me los he ganado yo “a pulso” con mis deficiencias personales, errores de todo tipo, malas programaciones…

Nunca sentí un castigo de Dios sobre mí; fueron causa de mis pecados personales.
Pero ha habido también momento de cercanía de Dios: momentos de ardor extasiado hacia Él, y momentos dolorosos de alejamiento, de frialdad total, algo así como cuando en un matrimonio se acaba la comunicación y se asientan “los silencios”, que son más elocuentes que las palabras, que hieren más que los insultos…es como la marea, que tiene sus fases de pleamar y bajamar. Vives por inercia, dejándote arrastrar por la rutina, bebiendo las últimas gotas de amor, vaciando la copa y acabando por no sentir nada, llevado por esa rutina

En ese barco que navega a la deriva, dejándote arrastrar por las olas de la vida, me pregunto como el salmista: ¿dónde está tu Dios? O como Jeremías (15,18): ¿serás para mi como un espejismo, aguas no verdaderas?

Y Dios le responde, y ME RESPONDE: “Si te vuelves a Mí porque Yo te haga volver, estarás en mi presencia. I si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Te haré para este pueblo muralla inexpugnable y pelearán contigo pero no te podrán, pues contigo estoy para salvarte y librarte. Te salvaré de la mano de los malvados.

Job recibe la visita de tres personajes  que yo interpreto como la visita de la Santísima Trinidad. Hay un parangón de esta visita con la que recibe Abrahán cuando le anuncian su paternidad con respecto a su hijo Isaac:
El primero le anuncia CONFIANZA en Dios a pesar de sus calamidades: ¿Dónde has visto al justo exterminado?
El segundo representa la BÚSQUEDA  de Dios: si buscas pronto a Dios y diriges tu súplica a Shadai, si eres intachable y recto, de inmediato velará por ti.
El tercero manifiesta la LLAMADA a Dios. “Si mantienes firme el corazón, y extiendes tus manos hacia Él, rechazando la maldad que hay en tus manos sin que la injusticia campe en tu tienda, alzarás la frente limpia, te acosarán pero no temerás, olvidarás el infortunio y como agua pasada lo recordarás”.

En conclusión: La CONFIANZA, la BUSQUEDA y la LLAMADA, son tres fases en mi vida anunciadas por Jeremías:
Pedid y se os dará
Buscad y hallaréis
Llamad y se os abrirá (Mt7,7)


Tomás Cremades