domingo, 3 de mayo de 2015

Jesús a la fuga

                                                                                  

- ¿Oye mamá cuando me porto mal, Jesús se va de mi cuerpo? Sabes que Comulgué el Domingo pasado y ya me he peleado hoy en el cole… ¡Le tiré otra vez de los pelos!

- ¡Que pregunta nena!  Para empezar eres un bicho de cuidado… Pero te voy a decir algo: Cuando tú Comulgas, Jesús se hace presente en tus virtudes de amor, comprensión y bondad para tu familia y compañeros. Pero esa promesa de portarte bien, debe ser real; pues has de saber que el demonio estará al acecho para que caigas en sus manos, porque llevas a Dios dentro y en tu caso ¡bichejo! Para que dejes calva a tu compañera.

- Y ¿Entonces cuando Jesús ve eso, se da a la fuga?

- ¡Pues no hija, no! Faltaría más… Jesús no sale corriendo de tu corazón, sólo que si fueras más lista, te darías cuenta de que cuando Comulgas, no lo haces pensando en tus compañeros (el prójimo), sino en ti y tenías que confesarte para Comulga: pero no pusiste seria atención al acto de contrición.

- Ya, es verdad, me confieso y me repito como el ajo… ¿Pero se va a ir de mí?

- ¡Te he dicho que no, pero eso de los pelos se ha terminado Manola!, ¡le vas a dejar pelona,  hija mía! Además has de saber que de nada te sirve una confesión así… Lo que consigues de Jesús es que ponga una cara de vinagre…

- ¿?

- Pues sí hija sí, pero no por Él, sino por ti. Él desea lo mejor para tu entrada en el cielo… Y tú ¡ancha es Castilla!, ¡a seguir tirando del pelo!

- Mamá, te prometo que ¡nunca más!,  de verdad.

- A mí no hija, a tu compañera. Jesús tenía sus “pelos contados” y ahora le faltan la mitad de los que Él le había puesto… ¿Ves que has hecho ante Jesús?

- ¡Pufff!  Pues tendrá que restárselos, pero con una cara…

- Cuando confieses, hazlo con verdadero arrepentimiento y si se meten contigo ¡Párate y recuerda! Ya te he dicho que Jesús no se da a la fuga, se enfada por ti, pero siempre te espera. 

Eso lo preguntaba yo también de pequeña. ¡Qué no diremos o haremos los adultos que llevamos más años que Matusalén repitiéndonos como los pimientos! Y lo peor, la cara De Jesús, me la imagino…


¡Anda, que si no fuera por su sempiterna misericordia! Ya nos vale… No tenemos años para darle continuamente las gracias.

Emma Díez Lobo

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