miércoles, 2 de septiembre de 2015

¡No, no me digas nada!




- Dime Dios ¿Qué tal estas?
No, no me digas nada… ¡Fatal!!!

- Dime Dios ¿En qué piensas?
No, no me lo digas… ¡Me conozco, me conozco…!!!

- Dime Dios ¿Qué haces?
¡Ya!, tampoco me digas nada… “Arrebuscando” discípulos ¡seguro!

- Dime Dios ¿Qué quieres?
Lo sé, no me digas nada… ¡A ver si las neuronas nos funcionan de una vez!

- Dime Dios ¿Y tus anhelos?
Lo sé, lo sé… ¡Yo Creo en tu Hijo!!!

- Dime Dios ¿Cuándo vas a venir?
A esto ni me contestes… Me parece que ya te lo estás pensando y me da “yuyu”. ¡Danos más tiempo “porfa”!!!

- Dime Dios ¿Dónde estás ahora?
¡Calla calla!... Que te siento aunque no vea tu mano sobre mí.

Pues ¿Sabes qué? Que no sé para qué te pregunto si todos los que te seguimos pensamos lo mismo gracias a la razón, la libertad y el corazón que nos instalaste. Lo que sucede es que ¡No tenemos mucho arreglo, Señor! 

Necesitamos que nos machaquen las cosas una y otra vez, miles de veces. 

Ya veo lo que hace LA SAGRADA LIBERTAD para poder estar contigo eternamente, sin ella, sería imposible ni tendría sentido haber nacido.

No dejes de bombardearnos ¿eh?, y gracias por todo de verdad.      


 Emma Díez Lobo


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