lunes, 30 de noviembre de 2015

“No sabéis el día…”



Cuando el mal se cierne en el hombre con nombre y apellidos para atacar a inocentes, las mentes de bien responden con flores y velas ante la impotencia y dolor. 

Lo peor de las víctimas no es la muerte, sino la “inconsciencia” en vida de no haber llevado en la mente las Palabras de Jesús: “No sabéis el día ni la hora”.

¿Te vas manchado, desnudo al juicio personal? Esto es lo terrible. Doy por hecho que a muchos por su juventud, el “viaje” les pilla a “medio camino” de la verdad, y a otros por desgracia, sin haberlo comenzado…  

Nuestro mundo es pecador desde los comienzos. El tema tremendo es cuando nos vamos. ¿Pasamos por las tinieblas? Jesús bajó a los infiernos antes de “resucitar”; Él echó un vistacillo siendo Dios… ¿Nosotros?   

Tú serás tu juez, sin escusas, omisiones ni mentiras. Dios, mientras vivías, lo hizo todo por ti. Le pedías perdón en confesión y te perdonaba una y otra vez.

No había límite en su misericordia. ¿Por qué lo hacía? Porque cualquier día podías morir y deseaba salvarte.  
   
La muerte imprevista quiebra las oportunidades de Dios. No dejes tu salvación para otro día, HOY es el día. Piensa que la misericordia se esfuma en un segundo…

No hay mayor ayuda de Dios ante el terror, que rezar por esas mentes que nos pueden cerrar el cielo. Por nosotros y sobre todo por ellos ¡OREMOS! cada día de nuestra vida.

Nadie debería morir para el maligno, nadie.   


 Emma Díez Lobo

domingo, 29 de noviembre de 2015

Con tu aliento en mi espalda



Y habló el Señor a Pablo de noche, en una visión, diciendo: No temas, sino habla, y no guardes silencio;
Hch 18:10 porque estoy yo contigo, y nadie te acometerá para maltratarte; pues que mucho pueblo tengo en esta ciudad
Hech 18, 9-10

Siento tu aliento en mi espalda, y tu fuerza infinita que desborda mi capacidad.

Hoy has decidido convertirme en un titan , y casi no tengo tiempo ni de respirar.

Inesperado e imprevisible, me propones que me embarque en tu nave y acudamos los dos al mundo para rescatar tantas naves que sucumben a la tempestad de la vida, a tantos corazones rotos por el que compra voluntades y condena a la infelicidad.

Hoy he dejado todo y he respondido, aquí estoy, y mi ser ha sido el tuyo, y tus palabras, las mías y quienes levantaban los brazos al cielo han sentido el aliento de su Padre en mi.

Hoy más que nunca has crecido por encima de mi misma y , atónita, he asistido , perpleja y plena, al cumplimiento de tu promesa.

Hoy , hemos surcado juntos un mar lleno de náufragos agonizantes que esperaban tu luz.

Hoy me has elegido para ser tu luz en el mundo.

Hoy he sido tu instrumento.

Hoy, hemos regresado a puerto, tu y yo,  en un mar en calma.

Atrás, ellos rescatados.

Por delante, una nueva espera hasta encontrarme de nuevo en tu orilla y escuchar tu llamada para subirme a tu barca.

Pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo
Salmo 91, 11


Olga Alonso Pelegrin

sábado, 28 de noviembre de 2015

I Domingo de ADVIENTO


Se acerca vuestra liberación
(Jn 21,25- 28.34-36)

 ¡ES POSIBLE SOÑAR! ¡PONEOS EN PIE!

Cuando das sin esperar,
cuando quieres de verdad,
cuando brindas perdón
en lugar de rencor,
hay paz en tu corazón.

Cuando sientes compasión
del amigo y su dolor,
cuando miras la estrella
que oculta la niebla,
hay paz en tu corazón.
brinda amor,
que el mundo entero pide más.

Cuando brota una oración,
cuando aceptas el error,
cuando encuentras lugar
para la libertad,
hay una sonrisa más.

Cuando llega la razón
y se va la incomprensión,
cuando quieres luchar

Más allá del rencor
de las lágrimas y el dolor
brilla la luz del amor
dentro de cada corazón.

Cuando alejas el temor
y prodigas tu amistad
cuando a un mismo cantar
has unido tu voz
hay paz en tu corazón.



martes, 24 de noviembre de 2015

Neuronas obtusas



Tengo cinco dedos en cada mano para trabajar, escribir, acariciar… Dos ojos (ver en relieve); dos oídos (por si falla uno); una máquina perfecta que metaboliza; millones de neuronas para pensar; una conciencia; unos óvulos para la procreación; un corazón que puede latir doscientos años… ¿Qué perfección, verdad?, qué grandes “casualidades” ¿no?

A nosotros los lógicos creyentes, sabemos por la razón que hay mano del Sumo Creador. Pero ¿Y vosotros que ponéis la medalla a la suerte?

Decís que sois ateos, científicos, inteligentes, ¿de dónde la inteligencia?

Encorsetados en neuronas sin sentido común, vuestras respuestas son absurdas.  

Dicen que “Los científicos no persiguen la verdad, sino que ésta les persigue a ellos”; es cierto, al final de sus reflexiones siempre está Dios… ¡Cuánto tiempo perdido y noches sin dormir!

Unamuno decía que “La ciencia enseña por encima de todo, a ser un ignorante”. Y yo digo que aquél que no razona, no puede dar explicación a su vida y la vida no tiene misterio; eso viene después...

Somos la CAUSA y no la CASUALIDAD; somos de Dios y no del “liquen casual evolucionado”, ni de “la especial partícula estelar caída en este planeta”; todavía hay líquenes y que yo sepa, no andan a medias; caen partículas todos los días y que yo sepa, nos pareceremos a Marte antes de que evolucionen en un complejísimo ADN de un simple y perfecto virus.  

Mirad el cromosoma humano, específico en cada individuo desde su creación.  Naturaleza elegida por el Creador de los líquenes, partículas y el universo.

Evolución ¡Sí!, Pero intrínsecamente no cambia nada. Cada ente, cuerpo o elemento, es lo que es. (Del “diente de sable”, no vino mi gato, sino el tigre actual).


El conocimiento es la base para empezar o acabar en Dios.             

 Emma Díez Lobo 

lunes, 23 de noviembre de 2015

Como el Padre me envió, así os envío yo a vosotros



Este envío de Jesús, ya resucitado, se recoge en el Evangelio según san Juan (Jn 20,21). Es la primera aparición de Jesús, cuando los Apóstoles están encerrados en el Cenáculo, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.

Es interesante esta apreciación de “las puertas cerradas”. Los apóstoles han visto todo lo que le sucedió a Jesús, el martirio de su crucifixión, y temen que a ellos les pueda pasar lo mismo.

Pueden recordar las palabras del Maestro: “…Si a Mí me han perseguido a vosotros también os perseguirán…” (Jn 15,20), y, sin la Fuerza del Espíritu Santo,  que aún no han recibido, temen por su vida.

De nada han servido las palabras de Jesucristo que les anuncia su resurrección; sólo creen lo que han visto sus ojos. Y sus ojos han visto un sufrimiento atroz, injusto, en el que ni ellos mismos han sido capaces de defender. A la traición, unen el pánico. De hecho hay dos que ya han abandonado el grupo. Son los que conocemos como “los dos de Emaús”.

Éstos, como los demás, esperaban un Mesías poderoso que acabase con la dominación romana. Esperaban escalar un puesto importante con Jesús, “en su Reino”. Eran, ni más ni menos, que los “elegidos”. Han sido testigos de numerosos milagros, han visto la resurrección de Lázaro, y hay tres que han sido testigos de la Transfiguración del Señor.

Pero sólo ven ahora por sus ojos; solo vale la que tocan sus manos. Les falta fe.
¿Se parecen a nosotros? Indudablemente que sí.

Jesús se presenta a ellos, y no les reprocha nada de su comportamiento. Comprende, incluso, en su Amor, la traición de Judas y de los demás.

Y se me ocurre pensar en la carta de Pablo a los Corintios (Cor 13, 4-8): “…La caridad ( el amor) es paciente, es amable, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…”

Es la viva imagen de Jesucristo. ¡Qué revelación recibió Pablo! ¡Cómo definió la Caridad, el amor, personificado en Jesucristo, imagen viva del Amor.

Y dice Jesús: “como el Padre me envió, así os envío yo a vosotros”. ¿Cómo le envió el Padre?

El mismo Jesucristo nos dice: “…Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos…” (Mt 10,16)

Pero también nos dice: “…En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo…) (Jn16, 33)

 Hay un Evangelio, (Mc 6, 8-12), en el que Jesús envía de dos en dos a sus discípulos a predicar; y les dice: “…Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja, sino calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas…”

Se me ocurre pensar, que el bastón puede representar el auxilio para andar y moverse, lo que significa que es la cruz que tenemos que llevar siempre en la mano, para apoyarnos en ella. No tenemos que llevar nada más que unas sandalias para los pies, y recomienda “no llevar dos túnicas”. La túnica, el manto, representa en la espiritualidad bíblica la personalidad. Recordemos el episodio de Elías y Eliseo, cuando el primero es arrebatado al cielo. Eliseo le pide el manto, para predicar, le pide su espíritu para profetizar. Sólo debemos tener un único pensar y un único sentir: Dios

San Pablo recogerá más tarde un texto similar que dice así: “…Poneos en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del maligno.

Tomad el yelmo de la salvación, y la espada del espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí para que me sea dada la Palabra al abrir mi boca para dar a conocer con valentía el misterio del evangelio, del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él valientemente como conviene…” (Ef 6, 14-21).

 Con estas palabras de Pablo, se cumple la profecía de Jesús: No temáis, Yo he vencido al mundo.

Así nos envía el Señor a predicar: seguros de que Él está con nosotros; así nos envía al mundo

Alabado sea Jesucristo.

Tomas Cremades


domingo, 22 de noviembre de 2015

Amar al vecino




¡No, si lo entiendo, ni siquiera me saluda! Pero… ¿Nos cuesta mucho pagar con una moneda diferente a la suya, pensando que es un alma como la nuestra y que Dios desea se salve?, más argumento que este…  

Pues perdonad, pero ese es el fin del cristiano: Quitar los humos a la gente y que se tranquilicen un poco y si es posible, vean otra “cara” del ser humano. El “ese no es nadie; de ese paso…”, debería desaparecer de nuestro lenguaje. SÍ, si es alguien y muy importante, lo más.

Y es verdad, las almas que vemos por la calle, ascensor, tienda o Hacienda, son almas que un día se irán de aquí, y si las miramos “con ternura” tal vez influyamos algo en sus vidas. Debemos poner sentimiento profundo, pues son espíritus únicos creados por Dios porque así lo quiso. Y a Dios han de volver. 
  
Yo llevo tiempo haciéndolo y me va muy bien. No es difícil, aunque hay veces que te ponen cara de vinagre y como que no te caen bien, pero da igual, no lo pensemos y si podemos hacerles un favor… Pues ¡Una de favor para el caballero!!! (Qué ricos los calamares).

No tengo más que decir, excepto que cada día sea un nuevo intento ¡Veréis reacciones estupendas!

¡Hay caras que son espejo del alma y almas que retuercen sus caras de maldad!

(Pero nosotros a lo nuestro).


¡Suerte!!!  


 Emma Díez Lobo



sábado, 21 de noviembre de 2015

Sanos sin médico

        


Esto que dijo Jesús: “No necesitan médico los sanos”, como que… ¡Debe hablar de otro planeta! Aquí no se libra ni uno, es que ni uno…  Al contrario, mientras más “sana” (es puro decir) se cree la gente y más sanos ha habido -dedicados a Él en cuerpo y alma- más necesidad de Él. La regla de tres parece indirecta.

En cambio, los muy pochos ahí están, haciendo de las suyas sin molestarle ni por equivocación. ¡Esto es de médico, pero de guardia!

Sin Dios no se puede vivir, es una realidad manifiesta y reconozcamos ser “pesados” pero es lo que “tiene”; más vale de más que de menos.

A lo que vamos: La frase es clara, pero si los muy enfermos no cuentan con Él y siguen sin contar… ¡Ya me dirá Dios que hacemos! Esto debe decirlo por nosotros -los del montón- y los pochos pochos, ¡Ahí va!, somos nosotros ¡Qué golpe! 

¿Os acordáis cuando las semillas caen donde no deben? Pues… Otra vez los mismos ¡nosotros! Convertidos a veces en carretera y otras en pedruscos… ¡Yo, es que no me lo explico!

Lo único, la oración una y otra vez y os prometo que todo se soluciona. Hay que llegar a ser tierra fértil. Es muy importante que demos ejemplo para encender lucecillas por ahí, y a nosotros… ¡Por favor!, que no se nos queme la instalación.              
Aún no me he enterado de quienes son los sanos… ¡Ah, ya sé!, ninguno (era un dicho). Si el mundo no hubiera sido libre, Él no habría venido como “médico”.

   Emma Díez Lobo    



  

jueves, 19 de noviembre de 2015

El no escuchar



Una tercera parte del mundo no quiere oír hablar de Dios, y es que el maligno ha impregnado sus vidas de sordera: Ante-sala del ateísmo… Lo peor es no darse cuenta de las maniobras del mal; insistirá millones de veces hasta el último día.

“Ese tenebroso lugar” donde el mal nos quiere llevar -dicho por Jesús-, está repleto de almas sumidas por siempre en el sufrimiento ¡A buenas horas odiar el mal! Miles y miles suplicando y gritando en las tinieblas por la ausencia de amor: Dios.

No lo creáis y lo sufriréis con todos los sentidos. No es un invento de la Iglesia, no es una falacia, sino una tremenda realidad, más real que la vida en que vivimos. Ésta vida es como un sueño comparado con la VIDA.

VIDA en las moradas de Dios, o “MUERTE” con vida, en las cloacas del infierno. Felicidad o tormento.

¿Por qué creéis que hay tantas oraciones, misas, comuniones, confesiones, milagros y avisos?, ¿Por qué Dios en la tierra?

¡Que Dios ilumine vuestra razón! Comprendáis la perfección del mundo, la Pasión de Cristo y su justicia implacable, pues de Dios son las leyes del universo y el Amor; del maligno, el mal a tus semejantes y a ti mismo.

Dios hizo hombres libres como a su Hijo, y llegaron merecidamente, el premio y el castigo (hay pecados mortales; hay un purgatorio casi eterno). ¡Confiesa!, y te perdonará todo; lo está deseando para reducir tu “limpieza en la lavadora” (los resquicios) y darte el ¡No va más!, sus moradas.  



No te destruyas, ni destruyas a nadie con tu negación, recapacita.   

Emma Díez Lobo      

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Al borde del camino. II) El Sembrador.- Lc (8,5-8)





“Salió un sembrador a sembrar su simiente, y, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo los abrojos con ella la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo, dio fruto centuplicado” Dicho esto exclamó: “el que tenga oídos para oír, que oiga”

A lo largo del camino, o sentado al borde del camino como el ciego de Jericó. ¿Estoy yo sentado al borde del camino, o a lo largo del camino de mi vida? Quizá estoy “sentado” muy cómodamente en ese borde, identificándome con el camino donde no brota la simiente =PALABRA de Dios, en mi vida.

 Y me conformo todos los días con las migajas que me da la vida, adaptándome a esa situación de la que no me atrevo a salir, y que, además, defiendo con uñas y dientes diciéndome a mí mismo, y los demás: ¡virgencita, que me quede como estoy!

Esas migajas pueden ser un salario cómodo, una situación ventajosa en la vida, unos hábitos adquiridos de los que no me puedo salir…o no quiero salir.

Y así pasan os días, y pasa mi vida; pero Dios me ama. Me ama y quiere que salga de esta situación.

Y me espera; me espera un día, y dos, y tres…y me cientos y cientos de oportunidades de salir de esta situación.

Una vez es un amigo que me dice: ¡ven a esta catequesis!  Otra vez la llamada puede ser más dura, como una determinada desgracia personal, o familiar, una quiebra económica, un fallecimiento…que te hacen reflexionar…

¿Cuántas veces muchas conversiones han venido de la mano de alguien a quien el Señor inspiró una frase, una llamada, un ¡ven y sígueme a esta o  a tal iglesia! Y ni siquiera caemos en la cuenta de que somos portadores de la Palabra de Dios en ese momento, llevando un tesoro en nuestra propia vasija de barro.

¡Qué cerca está el Señor Jesús de cada uno de nosotros, pendiente de nuestro amor, de nuestra aceptación del Evangelio, que es el mismo Verbo de Dios encarnado! Y nosotros sin enterarnos.
 A todo esto, ¿cómo reaccionó el ciego de Jericó, cuando se enteró de que pasaba Jesús?
Leemos en Lc (18, 39 y ss):

 Los que iban delante le increpaban para que se callara, para que se callara, pero él gritaba  mucho más: “Hijo de David, ten compasión de mi” Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran. Cuando se acercó le preguntó: ¿Qué quieres  que te haga? Él dijo: Señor, que vea. Jesús le dijo: “Recobra la vista, tu fe te ha salvado” Y al instante recobró la vista  y le seguía  glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Los que iban delante le increpan para que se calle. Actualmente, cuando pones tu confianza en Dios y lo manifiestas, los que van delante, los sabios, los poderosos, los que confían en sus fuerzas, en su dinero, en su poder…te increpan para que te calles. Eres molesto y te preguntan, burlonamente: ¿todavía crees en los Reyes Magos? ¿Aún no sabes que son los padres?

O, si queremos acogernos al lenguaje de Dios manifestado en los Salmos, “… son mis lágrimas mi pan de día y de noche, todo el día me preguntan ¿dónde está tu Dios? (Sal 42,4)”

Pero Jesús se detiene: Él hace un camino: viene del Padre y va al Padre; pero se detiene. No pasa de largo ante el dolor humano, cuando alguien pone su confianza en Él. Ante la oración que sale del corazón, al Señor se abren las entrañas maternas, y no puede por menos de detenerse. “¿Qué quieres que te haga?” De sobra sabe Jesús lo que necesita; pero quiere confirmar la fe del ciego y de todos los que presencian la escena. Jesús sólo nos pide FE. Que públicamente demos testimonio de ella, sabiendo que Él todo lo puede, que nos FIEMOS de su Palabra. Fe es fiarse de Jesucristo. La explicación que nos dieron de niños: fe es creer lo que no vemos, es válida pero se queda raquítica. Fe adulta es fiarnos de Dios. Como diría el Salmo: “…como un niño en brazos de su madre…”(Sal 131).

También Jesús se paró en el camino de Emaús, haciendo intento de seguir, (Lc, 24, 13-35) Pero no le dejaron los discípulos: “¡Quédate con nosotros…”

Incluso Jacob  (Gen 23, 27), en el episodio de la lucha con Dios, le sujeta al rayar el alba diciéndole: “… no te soltaré hasta que me bendigas…”

Y Jesús se detiene. ¡Que vea! Pide el ciego.

 Señor, yo también te pido ver. ¿Dónde te veo? Te veo en el Evangelio, tu Palabra escrita, te veo en la Escritura, palabra revelada desde antiguo a los hombres por los profetas. Te veo en las personas que sufren, en las Bienaventuranzas, en la Creación… Te veo en mis miserias, te veo esperándome cuando peco, porque el pecado no es sino el engaño de Satán al hombre que busca la felicidad donde no existe, fuera de Ti.

Y continuamos con el Sembrador. Hay semillas que al caer sobre piedra se secan por falta de humedad. Parece muy lógico este razonamiento. Lo que me llama la atención es que un sembrador, siembre sobre un lecho de piedra. Algo nos quiere decir el Evangelio.

La semilla, que representa la palabra de Dios, cae sobre nuestro propio corazón de piedra.

 Nuevamente viene la Escritura en nuestra ayuda. Dice el libro de Ezequiel (Ez 36, 26 y ss): “…quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne…” Está profetizado, la semilla de Dios caerá sobre nosotros como AGUA PURA QUE NOS PURIFICARÁ ( Jesucristo, el Agua viva), cambiando nuestro corazón de piedra en corazón de carne.

¿Por qué no dio fruto? Le faltaba HUMEDAD. No tenía humedad, no tenía Agua. El agua que yo te daré será un manantial que salta a la Vida Eterna, le dice Jesús a la Samaritana.

Y termina Lucas: el que tenga oídos para oír que oiga, en palabras de Jesús. ¿A qué oídos se refiere el Señor? Todos tenemos oídos y orejas. No. No se refiere a los oídos del cuerpo; se refiere a los sentidos del alma. Esos no los tenemos todos despiertos. El alma, tiene sentidos como los del cuerpo, pero hay que educarlos.

Israel el pueblo que Dios se escogió como heredad, y del que somos herederos nosotros también, es el pueblo de la escucha. “Shemá Israel”, escucha Israel. Y en la Transfiguración Jesús en el monte Tabor, se oyó la Voz del Cielo que decía: “Este es mi Hijo, ESCUCHADLE”(Mt 9,28-35)

Y Jesús nos lo vuelve  a recordar, “”el que tenga oídos para oír, que oiga”.

Por tanto, Señor, ¡abre nuestros oídos, no nos niegues tu Santo Espíritu! Que tu Misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de Ti.

Alabado sea Jesucristo


Tomas Cremades

martes, 17 de noviembre de 2015

Al borde del camino .(I) Posturas del hombre ante Dios

          



           “Cuando se acercaba a Jericó estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno, y empezó a gritar diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi!”(Lc18, 35-39)

Es interesante el paso de Jesús: Él salió del Padre y vuelve al Padre; nunca vemos a Jesús parado, a no ser que, en su Majestad, revele a las gentes el Reino de los Cielos, la Misericordia de Dios o se pare para responder a las preguntas o interpelaciones de la gente de su tiempo.

Ya nos dice el discurso de Pedro a Cornelio que relatan los Hechos de los Apóstoles (Hch. 10,28): “…pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo…”

El ciego en cuestión se dedicaba a pedir limosna  sentado  junto al camino, esperando la piedad o misericordia de la gente que pasaba. No sabemos cuál era la situación que le había llevado a este lamentable estado, pero lo que es cierto es que se había acomodado a esa situación y ya sólo esperaba que le resolvieran su problema. Su posición ante la vida era ya la de permanecer sentado junto al camino.

Llama la atención la “postura” de estar sentado. Los Evangelios con relativa frecuencia nos hablan de determinadas actitudes, o posturas, que podemos analizar: estar sentado, estar de pie, estar acostado…

Fijémonos en Mateo 9, 10, en la llamada a Mateo: “…Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre sentado a la mesa de los impuestos. Y le dice: ¡Sígueme! Él se levantó y le siguió…”

Mateo sólo vivía para cobrar impuestos; era un publicano cuyo modo de vida era recaudar los impuestos que los romanos habían instituido, quedándose con un tanto por ciento de la recaudación. Era la forma de vivir, de los llamados publicanos, considerados por ello pecadores en el pueblo de Israel.

El problema es que su objetivo en la vida era ese: el dinero. Estaba sentado a la mesa de los impuestos y era, podríamos decir, un impuesto viviente. Todo su ser, como si fuera su carne una continuación de la mesa, era eso: los impuestos, el dinero.

Sin embargo, el Señor, cuando lo elige, no le reprocha nada; no le increpa su mal proceder. Simplemente se limita a decirle: ¡sígueme!

¡Qué diferente de nosotros! De los reproches de un padre a un hijo, de un amigo a otro amigo, de los esposos entre sí! No es que no haya que educar, pero siempre desde la caridad, con la CORRECCIÓN FRATERNA.

¡Qué diferente el paso del Señor! ¡Sígueme! Así es nuestro Dios. ¿Cuándo te conoceré como eres? ¿Y cuándo podré amarte con la sencillez con que Tú me amas?

Continuamos con otro texto: Lc, 10 38-40: “…Yendo ellos de camino entró en un pueblo; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies de Jesús, escuchaba su Palabra…”

También Marta había hecho en esa postura de estar sentada una forma de unirse a Jesús; era la forma de acoger de forma cómoda su Palabra. Podríamos decir que en esa postura se olvida de todo lo que le rodea convirtiéndose en el “sarmiento” de la Vid-Jesús.

Muchos son los textos que nos revela la Majestad de Dios hecho carne en Jesús de Nazaret. Me atrevo a señalar uno, Mt 5,1-3:
“…Viendo la muchedumbre subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron…”.

Jesús, en toda su Magnificencia, pero al mismo tiempo con toda humildad, con toda paciencia, va desgranando el discurso de las Bienaventuranzas, verdadera síntesis de sus enseñanzas, donde nos revela el Misterio de la Redención, el Pensamiento de Dios en cuanto a la actitud del cristiano ante la Vida, tan distante del pensamiento de los hombres.

No en vano recrimina a Pedro el “pensar como los hombres, no como Dios”, en otro texto evangélico. En la catequesis de las Bienaventuranzas, el Señor Jesús, se sienta,  para poner en resonancia al hombre con Dios, para elevar al hombre a la categoría de Dios. Dios se hizo hombre en la segunda persona de la Santísima Trinidad, para que el hombre fuera imagen y semejanza de Él.

El texto conocido en el que Jesús comienza las Bienaventuranzas. Jesús se ha sentado, para explicar más cómodamente el texto indicado. Se sienta con toda su Majestad, tomando la Palabra para revelar la forma en que Dios entiende el Reino de los Cielos.

Al hilo de esta alocución, podemos hacer un paréntesis para meditar sobre otra actitud o postura, que aparece con frecuencia en las Escrituras: estar de pie.
Hay un texto bellísimo en el martirio de Esteban que se relata en los Hechos de los Apóstoles (Hech.7,55):

Esteban, (cuyo nombre significa Coronado, y que hizo honor a este nombre siendo coronado con el martirio de la lapidación), da testimonio público de su fe en Jesús: “…pero él, lleno del espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, de pie, a la diestra de Dios, y dijo: Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios…”.

El Señor Jesús, como Testigo fiel, está de pie ante el Padre testificando a su favor. Este estar de pie, es la postura del abogado defensor, nuestro Abogado defensor, que un día también testificará en nuestro favor ante el Padre cuando comparezcamos a juicio. Ya en el libro del Apocalipsis se nos revela que será precipitado el Acusador (Ap 12,10): “…porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios…”.

El diablo nos engaña una y mil veces enseñándonos como bien lo que está mal y como mal lo que está bien. Y luego nos acusa ante Dios de nuestros pecados, fruto de su engaño. Pero Jesús, el TESTIGO FIEL, nos defenderá ante el Padre.
Y estamos seguros de ello, porque “…s i negamos a Dios, Él también nos negará, pero si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a si mismo…”( 2 Tim, 12). Esta es nuestra garantía de salvación, la Fidelidad del Señor, la seguridad que cumple su Palabra y sus promesas.

Hay otro texto que, como de puntillas, se nos habla de la postura de estar de pie. Y digo “de puntillas”, porque el detalle puede parecer insignificante como detalle, pero que nos conduce nuevamente al pensamiento indicado antes. Es en el Evangelio de Nuestro Señor según san Juan. (Jn 20, 14-15), en la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena: “…dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús…”. Él estaba revelando su profecía de la Resurrección ante María Magdalena, y en pie, testificaba la verdad de su Mensaje, la Fidelidad de su Palabra, el cumplimiento de las Escrituras, la Verdad de la Revelación,  la plenitud de nuestra fe: su Resurrección.

Es fundamental en nuestro camino de fe, fijarse en los detalles del Evangelio y de la Escritura en general: hay que ser cautos en las interpretaciones, pues nuestro adversario enemigo pretenderá llevarnos a equívocos, que nos dispersarán de nuestras iniciales buenas intenciones; pero poniéndonos en manos de Dios, con la mirada puesta en Él, en Aquel que nos conforta, como San Esteban protomártir, con la mirada y sencillez de los pequeños de Dios, no erraremos jamás, porque Él nos habla con su Palabra, y no permitirá que nuestro pie tropiece en la piedra ( Sal 90,12).

Alabado sea Jesucristo


Tomas Cremades

lunes, 16 de noviembre de 2015

Sueño un mundo nuevo


Sueño que llegará un día
en que los hombres se elevarán por encima de sí mismos,
y comprenderán que están hechos para vivir juntos, en hermandad.

Todavía sueño en aquella mañana de Navidad,
que llegará el día en que todos los negros de este país,
todas las personas de color del mundo
serán juzgadas por el contenido de su personalidad
y no por el color de la piel;
que cada hombre respetará la dignidad
y el valor de la personalidad humana.

Todavía sueño hoy
que en todos los ministerios y ayuntamientos
serán elegidas las personas que obren con justicia y misericordia,
siguiendo los pasos de Dios.

Todavía sueño hoy
que la guerra se acabará...
Llegado este día,
nos será revelada la gloria del señor
y la contemplaremos todos unidos.

Todavía sueño que con esta fe
seremos capaces de transformar los límites de la desesperación.
Con esta fe podremos anticipar el día de paz en la tierra
y de buena voluntad para todas las personas.

Será un día glorioso:
los luceros del alba cantarán unidos
y los hijos de Dios exultarán de alegría.
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                                                                         Martin Luther King

domingo, 15 de noviembre de 2015

Vendrá para reunir a sus elegidos... (Mc 13, 24-32)



Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores.
Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores.

Las criaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones.

¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches!

¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén.
Himno de Laudes


sábado, 14 de noviembre de 2015

París, Europa…



¡Alhu Akbar! (Alá es el más grande): Te entrego infieles para el infierno… Noche de pavor y tragedia ¡Hermanos  parisinos! Estáis llegando a Dios sin ser vuestra hora. No lloréis por la vida que dejasteis en recintos y aceras, pues aunque no tuvierais tiempo de rezar, hoy reza el mundo por vosotros.  

¡Alhu Akbar! Pero Dios no es Alá, ni Alá es estandarte de la humanidad de Dios. ¡Bárbaros del mal! Llorad y retorceos con la muerte eterna. No rezaremos por vosotros, ya no es posible, las garras del fuego os han arrebatado por toda la eternidad.

Familias y amigos, Dios habita en sus almas y con Dios han subido a los cielos como mártires de la maldad humana.

Sí, Europa es Francia, el más relevante, el más sonado; hoy, el más sufriente. Desplegad vuestras banderas a media asta, todos haremos lo mismo en vuestras Embajadas con flores a los pies.

¡Alhu Akbar! Lazos negros de oscuridad para vuestro Alá y vuestras almas. Lazos blancos de esperanza para los hijos de Dios dormidos y cubiertos de sangre como Jesús…

“Marsellesa” de los pueblos del bien y la concordia. Himno de fraternidad en nuestros corazones. Y… “Siempre nos quedará Paris”. Sí siempre, en las oraciones del mundo y en nuestro corazón ilusionado por esa gran ciudad de ese gran País.  

“La muerte no es el final”, himno Español a los caídos, que soldados o no, llevan a Cristo en sus cuellos o en su inocencia.  

En Dios. 

   
 Emma Díez Lobo


viernes, 13 de noviembre de 2015

Al levantarse la aurora




Al levantarse la aurora
con la luz pascual de Cristo,
la Iglesia madrugadora
te pregunta: "¿A quién has visto?"

"¿Por qué lloras en el huerto?
¿A quién buscas?" "A mi amado.
Buscando al que estaba muerto,
lo encontré resucitado.

Me quedé sola buscando,
alas me daba el amor,
y, cuando estaba llorando,
vino a mi encuentro el Señor.

Vi a Jesús resucitado,
creí que era el jardinero;
por mi nombre me ha llamado,
lo reconocí primero.

El me libró del demonio,
yo le seguí hasta la cruz,
y di el primer testimonio
de la Pascua de Jesús".

Haznos, santa Magdalena,
audaces en el amor,
irradiar la luz serena
de la Pascua del Señor.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres personas, sólo un Dios.

Amén.

Bernardo Velado Graña