sábado, 13 de febrero de 2016

I Domingo de Cuaresma




Sentido de la Cuaresma: Conocer el don de Dios, conocernos a nosotros

Las lecturas del primer domingo de Cuaresma ofrecen las ideas básicas para introducir la Cuaresma, pues invitan a conocer y agradecer el don de Dios (1ª y 2ª lectura) y a conocernos a nosotros mediante un serio discernimiento (Evangelio). La Cuaresma no tiene razón de ser en sí misma, sino en función de la fiesta de Pascua, a la que prepara y por ello invita a esta doble tarea: conocer el don de la fe que profesamos y nuestra vivencia de la misma, que vamos a renovar en Pascua.

Se trata de un conocer vital y sapiencial, un conocer mejor para mejor vivirlo con gozo, centrados en la muerte y resurrección de Jesús.

Desgraciadamente son muchos los cristianos que solo tienen una vaga idea de la misma y, como consecuencia, tienen una fe débil, que flaquea ante las dificultades internas, como las dudas y crisis de fe, y ante las dificultades externas, cuando la fe es atacada y burlada y no se sabe dar razón de la misma ni defenderla. Por otra parte, se trata de una exigencia de agradecimiento a Dios, que ha querido darnos a conocer su plan salvador, y de una exigencia humana, pues si Dios nos ha dado inteligencia es para que sepamos lo que hacemos. Finalmente es un conocimiento que justifica la moral cristiana, que no es otra cosa que la vivencia práctica de los dones recibidos. Los preceptos divinos no son caprichos de Dios sino exigencias internas de sus dones. Si hemos recibido el don de ser hijos de Dios, tenemos que vivir como tales y la moral cristiana especifica cuáles son sus exigencias. En la primera lectura un israelita recita una profesión de fe histórica para explicar y justificar el don de las primicias que realiza en el templo de Jerusalén.

 Un compromiso práctico de esta Cuaresma puede ser la decisión de leer sistemáticamente el Catecismo de la Iglesia Católica o algunos de sus resúmenes (la Síntesis o el Yucat) o asistir a los diversos tipos de actos que se organizarán de cara a la formación.

Por otro lado está el conocernos. El Evangelio recuerda que Jesús comenzó su ministerio, yendo al desierto para ser tentado, y lo presenta como algo importante, impulsado por el Espíritu Santo. La Cuaresma invita a cada cristiano a retirarse al desierto, buscando espacios de silencio para dedicarse a la oración, contemplando los dones recibidos y analizando las respuestas que estamos dando, mediante un examen de general de conciencia para ver si andamos por el camino que corresponde al don recibido o estamos perdiendo el tiempo. Es un momento privilegiado para plantearse la pregunta fundamental: ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué busco? ¿A dónde voy? Esto exige oración humilde para que Dios nos ayude a conocernos y la lectura de la palabra de Dios para que ilumine nuestra conciencia. No basta una moral natural, hemos de andar de acuerdo con los ojos de Dios, que quiere nuestra vida. Es una tarea que debe culminar primero en el sacramento de la penitencia y después en la celebración gozosa y consciente de la Pascua del Señor.

La celebración de la Eucaristía es una ocasión privilegiada para dar gracias al Padre por todo lo recibido: por el bautismo, por toda la vida como hijos de Dios, y, por otra parte,  para petición de perdón por los pecados cometidos y para pedir ayuda para superarlos. En ella nos unimos a Cristo, el que supo discernir en cada momento cuál era la voluntad del Padre sobre él.      

Rvdo. D. Antonio Rodríguez Carmona


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