sábado, 26 de marzo de 2016

Domingo de Pascua de Resurrección




Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo

         La resurrección de Jesús es el centro de nuestra fe y motivo de perenne alegría.

       Alegría porque su triunfo es nuestro triunfo. Con él todos hemos muerto y resucitado. En él la naturaleza humana ha sido glorificada para siempre y nos posibilita que un día seamos también nosotros glorificados.

       Alegría porque el hombre Jesús, se solidarizó con nosotros, echó sobre sí nuestras miserias, nos ha conseguido el perdón,  ahora intercede por nosotros ante el Padre y nos ayudará para que compartamos su resurrección y su gloria.

Alegría porque hemos recibido el don de la fe que nos permite conocer y vivir esta realidad, como Juan y Pedro (cf. Evangelio).

Alegría porque hemos recibido el bautismo que nos hace compartir ahora su muerte para vivir una vida nueva y después compartir su resurrección.

Alegría porque nos ha abierto el camino que conduce al Padre y a la felicidad, una vida consagrada al amor

Alegría porque tenemos una vida con sentido, porque nuestro camino no conduce al caos sino a la plenitud de la vida, porque compartiremos su resurrección.

Alegría porque en el cielo tenemos quién nos comprenda y nos ayude en nuestro caminar.

Alegría porque ya somos ciudadanos del cielo y hemos recibido la capacidad de vivir como tales (cf. 2ª lectura).

Alegría porque Jesús nos ha enviado su Espíritu que nos capacita para vivir como ciudadanos del cielo.

Alegría por nuestro amigo Jesús se fía de nosotros y nos ha confiado la tarea de ser testigos de su resurrección (ver 1ª lectura). Que nuestra alegría sea nuestro mejor testimonio.

Como pide Pablo, “alegraos siempre en el Señor, de nuevo lo digo, alegraos” (Flp 4,4,). Este es el fundamento de la alegría que nunca falla, pues Jesús, el resucitado, es nuestro amigo, a él estamos incorporados, él es nuestra vida, siempre nos acompaña y con él las alegrías serán más alegrías y los sufrimientos tendrán un nuevo sentido, estará con nosotros en la hora de la muerte y nos llevará a compartir su gloria junto al Padre.

Alegría porque en la Eucaristía podemos vivir una experiencia estrecha de comunión con el Resucitado. Que la celebración de la Eucaristía nos haga auténticos testigos de su resurrección.


Rvdo. D. Antonio Rodríguez Carmona

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