domingo, 3 de abril de 2016

Todo el día pidiendo


                                                                                   
Jesús ¡prepárate que voy!

“Y te pido que…, y por…, y por si…, y también porque…, no Te olvides de…, te recuerdo que… ¡Ah!, y por la paz mundial (¡hala!, ahí entra todo, como en el gazpacho). Madre mía, somos peor que Hacienda (que nos trae cocidos).

 ¡Jo! con la costumbre, ¿es que no confiamos en su voluntad? ¡Pero qué nos pasa!   

Jesús pidió sólo una vez por Él y otra por la humanidad (en voz alta, que sepamos): Una en Getsemaní (y al momento cambió de idea) y otra, en la Cruz ¡Punto pelota!

¿Tampoco creemos que conoce todas nuestras necesidades?, pues… No mucho, siempre a nuestro rollo sin entender sus Palabras. 

A Dios no Le hace falta escuchar tanta petición, más nos valdría decir: “Cómo soy un egoísta declarado y sólo pienso en lo que pienso y en lo que quiero, hágase tu voluntad en… De Ti me fío, de mí, ni pizca”.

¿Por qué creemos que vamos a ser beneficiados en nuestras peticiones?, ¿somos tan inteligentes cómo para saber qué es lo mejor? ¡Venga, amigos! Cuando Dios no interviene es porque nos deja y deja al mundo libre de acción; se pone a prueba la fe y espera de nosotros la santa humildad de la que dio ejemplo su Hijo. ¿Es poco por lo que no interviene? Él lo hace dependiendo de nuestra fe (por cierto, ni con lupa…).

Menos pedir y más agradecer un nuevo amanecer para aumentar la fe, entender y limpiar el alma antes de “marchar”. 

A un hombre de fe, la Gracia de Dios alcanza y será llevado por Él en sus brazos, si fuera necesario.   
    
  Emma Díez Lobo


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