sábado, 3 de diciembre de 2016

El Rostro de Dios



Desde los tiempos de Moisés, el hombre ha querido conocer y, sobre todo, ver, el Rostro de Dios. En el libro del Éxodo hay un diálogo muy hermoso entre Yahvé y Moisés: “…Entonces Moisés dijo a Yahvé: ¡Déjame ver tu Gloria! Él le contestó: Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el Nombre de Yahvé; pues concedo mi favor a quien quiero y tengo misericordia con quien quiero. Y añadió: Pero mi Rostro no podrás verlo, porque nadie puede verme y seguir viviendo. Aquí hay un sitio junto a mí; ponte sobre la Roca. Al pasar mi Gloria, te meteré en la hendidura de la Roca y te cubriré con mi Mano hasta que Yo haya pasado. Luego apartaré mi Mano, para que veas mis espaldas, pero mi Rostro no lo verás (Ex33, 18-23.

Posteriormente, los Salmos, la oración de Jesucristo, también se hacen partícipes de esta, podríamos llamar, curiosidad, o mejor, necesidad, del hombre por querer creer basándose en lo que ven sus ojos o tocan sus manos. El hombre de hoy, adolece de estos mismos pensamientos. El rey David, en el canto del Miserere, nos dirá:

                                                                                 “…No me arrojes lejos                                                                                        de tu Rostro
        No me quites tu Santo Espíritu…
          ” (Sal 50)

Pero en la conversación de Moisés, y la contestación de Dios-Yahvé, hay varias notas catequéticas que no podemos dejar pasar. Moisés pide ver su Rostro, su Gloria. Y Yahvé le contesta con dos sinónimos: su Bondad, y su Nombre, arropados por su Favor y su Misericordia. Dios le invita, no a verlo –no puede seguir vivo -; pero le deja un lugar junto a Él. Es lo que luego nos dirá Jesucristo: “…Voy a prepararos un sitio…en la Casa de mi Padre hay muchas moradas; voy a prepararos un lugar. Y cuando lo haya preparado, volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo esté, estéis también vosotros…”(Jn 14,2-4).

Continúa Yahvé: “Ponte sobre la Roca”. Es decir, acércate a Jesucristo, la Roca. Y nos recuerda la hendidura de la Roca, que es ni más ni menos, que el Costado abierto de Cristo, de donde salió, como sabemos, sangre y agua, símbolo, según dicen los Santos Padres de la Iglesia, de la Eucaristía y el Bautismo. Hendidura que Dios cubre con su Mano, indicando su protección sobre él, para que vea sus espaldas, como símbolo, según los exégetas, de su Misericordia.

Digo para mis adentros: “Buscad mi Rostro. Tu rostro buscaré, Señor, no me ocultes tu Rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que Tú eres mi auxilio” (Sal 26.

Alabado sea Jesucristo


Tomas Cremades

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